El Aborto

Este estudio no debe considerarse como una apología del aborto, en la Escritura nunca encontraremos un aborto intencional, sin embargo al referirse ella a este asunto creo que debiera analizarse. Las secciones "La estructura del Ser Humano" y "¿Qué pasa con el alma del bebé? no son de mi autoría, sin embargo son necesarias para el debido entendimiento de este tema.

El inicio de la vida

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 2.7

La estructura del Ser Humano

El Nuevo Testamento dice claramente que el ser humano consta de “espíritu, alma y cuerpo”.
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5.23
Además, en el Nuevo Testamento hay una clara distinción entre las dos partes intangibles: el alma y el espíritu (son distintas y diferentes).
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4.12
En el Antiguo Testamento vemos que desde su creación el hombre ha tenido tres partes.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 2.7
Dios formó su cuerpo de la tierra, del polvo, sopló en su nariz “aliento de vida”—su espíritu y desde aquel momento Adán llegó a ser un “ser viviente”—el alma.
Además de esto, las tres partes del hombre se ven claramente en la muerte. Al morir, el cuerpo vuelve a la tierra (al polvo) y el espíritu vuelve a Dios Quien lo dio.
Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?
Eclesiastés 3.20-21
Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
Eclesiastés 12.7
El espíritu no es “usted”—no es su personalidad, es la vida que Dios le dio y Él ha dado un espíritu tanto a los animales como a los hombres (aunque, obviamente, son diferentes).
Al morir, el alma va al paraíso o al infierno. Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
Lucas 16.19-23
Los espíritus de ambos volvieron a Dios, sus cuerpos físicos fueron enterrados; pero ellos (las personas, los individuos) se fueron a uno de dos lugares: Lázaro al paraíso y el rico se fue al infierno.
Es posible ver lo mismo ocurre en la muerte de Jesucristo. Su espíritu humano subió al Padre.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Mateo 27.50
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
Lucas 23:46
Luego colocaron Su cuerpo humano en un sepulcro.
Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
Lucas 23:50-53
Pero Jesucristo (Su Alma) se fue al paraíso, al seno de Abraham. Antes de morir Él dijo al ladrón arrepentido: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Lucas 23.42-43
En el día de Su muerte, Cristo se fue a un lugar en el corazón de la tierra.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
Mateo 12.40
Él (Su alma, la Persona) descendió a las partes más bajas de la tierra, al seno de Abraham en el corazón de la tierra.
Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.
Efesios 4.8-10
Ahí en el seno de Abraham, Jesucristo (la Persona, Su alma, Su “cuerpo espiritual”) predicó y anunció Su victoria “encima de la sima” a los ángeles que pecaron en Génesis 6.
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
1 Pedro 3.18-20

¿Abortar sin muerte?

Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
Éxodo 21:22-25
El “aborto sin muerte” se refiere a que, si bien el bebé muere, la madre continúa con vida. Esto es posible si consideramos que el espíritu es el que da vida y que lo recibimos con nuestro primer aliento.
el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
2 Corintios 3:6
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 2:7
La palabra griega para “espíritu” es la misma que para “aire” o “viento”: “Pneuma”. El mismo Jesucristo hizo un juego de palabras con ellas cuando hablaba con Nicodemo.
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Juan 3:5-8
Es por tal motivo que en la Biblia se habla de “abortar sin muerte” ya que de ambos (madre e hijo) solamente la madre ha respirado y, por haberlo hecho, vive.

¿Qué sucede con el aborto voluntario?

Si observamos detenidamente el texto de Éxodo, solamente se menciona el aborto “no intencional”, es decir: un aborto provocado por causas completamente ajenas a la voluntad de los padres de la criatura.
Sin embargo, y pese a que en la Biblia no se mencionan casos de aborto voluntario, es posible asociar esta práctica a los ritos del culto pagano a Moloc. En la adoración a Moloc se colocaba niños en las palmas de las manos o el vientre de la imagen de Moloc, en las cuales morían por causa del fuego que ardía en el interior del ídolo.
Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc;  no contamines así el nombre de tu Dios.  Yo Jehová.
Levítico 18:21
Digo que es posible comparar el aborto voluntario con el culto a Moloc porque -aunque no sacrifiquemos a los niños a un ídolo de fundición- los infantes son asesinados en nombre del peor ídolo que podemos tener: nosotros mismos, nuestro ego, nuestro estatus, nuestros pecados, nuestras pasiones.

¿Qué pasa con el alma del bebé?

El ser humano nace pecador y por lo tanto comete pecados. Pero, a pesar de que hay pecado en el pecador que comete sus pecados la Biblia dice que Dios no inculpa de pecado si alguien no tiene una ley.
Todos entendemos esta verdad: Nacemos pecadores porque nacemos “en Adán”.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Romanos 5.12
Sin embargo, Dios es justo y bueno por lo que no le inculpa a nadie el pecado ni los pecados hasta que haya una “ley”—hasta que sea capaz de distinguir entre el bien y el mal.
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.
Romanos 5.13
Entonces hay una diferencia entre un “pecador” y alguien “culpable” delante de Dios. Cualquier bebé, por tierno que sea, es una masa llena de maldad, con un enorme potencial pecaminoso que sólo desea rebelarse. Es un pecador y comete pecados; pero hasta que pueda distinguir entre el bien y el mal (y escoge el mal sobre el bien por causa de su propia naturaleza), no es culpable porque Dios no le echa la culpa por lo que “heredó de Adán”.
Ninguno es culpable por el pecado ajeno (ni por la naturaleza pecaminosa ni por los pecados de otros); sino que cada uno se condenó a sí mismo por sus propias transgresiones.

Algunos ejemplos

Los israelitas que pecaron cuando no quisieron entrar en la tierra prometida.
Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán.
Deuteronomio 1.39
Cuando la nación de Israel desobedeció al Señor y no quiso entrar en la tierra prometida, todos eran culpables delante de Dios, excepto aquellos que no sabían “lo bueno ni lo malo”.
Aquellos niños no eran culpables y pudieron (luego) entrar en la tierra que Dios les prometió. Tal es el caso del bebé que muere hoy día, antes de que pueda distinguir entre el bien y el mal: Dios no lo condena.
Otro ejemplo de esto es el hijo de David con Betsabé.
Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.
2 Samuel 12.22-23
Cuando el niño de David y Betsabé (el niño de nació de su relación adúltera) murió, David sabía que él iría un día “a él” (a su bebé); dijo que iría “a él”—a una reunión personal con el niño-.
No trata de solamente ir “al lugar de los muertos”. No, más bien David sabía que el niño se fue al lugar de los “salvos” (de los no culpables; de los “santos”: El seno de Abraham) porque a ese mismo lugar David se iría también. Allá vería a su hijo otra vez.
A menudo la gente se refiere a esta doctrina como “la edad de la responsabilidad”. Aunque no tiene que ver con ninguna “edad” específica, sí se trata de la responsabilidad personal de un individuo delante de Dios por sus palabras, pensamientos y acciones.

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